La luz de la lámpara llega pronto, las noches se alargan de nuevo.
Fuera de mi ventana aparencen los signos del otoño,
más lugubres en el viento y la lluvia susurrante.
La lluvia susurrante cayó con tanta rapidez que
me sobresaltó de un sueño lleno de sueños otoñales.
Ahora, en una musa, sin poder dormir más, veo llorar la vela a mi lado.
La vela llora hasta su mínimo resplandor y mi corazón llora y siente desolación.
Sin embargo, el mismo viento debe soplar en otras cortes,
el sonido de la lluvia a través de otras ventanas se cuela,
el frio del viento atraviesa colchas y colchas,
la lluvia resuena como un reloj loco en mis oídos,
toda la noche, en un susurro, un estribillo monótono,
compañera de mis propias lágrimas que corren veloces.
El patio ahora comienza a llenarse de niebla,
el goteo del bambú persiste sin pausa.
¿Cuando cesará el viento y se calmará la lluvia
que con su llanto empapa la gasa de mi ventana?
Lin Daiyu.
Sueño en el pabellón rojo 22
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