En la era de la Paz Inmutable,
el mes del dulce hibisco y la casia,
un dia pesado y triste,
preparé capullos de flores,
seda de sirenas,
agua del arroyo de Flores Empapadas
y té Fung Loo.
Aquí, se los ofrezco en el Palacio del Dios Blanco,
delante de la Hija del Hibisco.
Desde que descendió al mundo de los hombres,
han pasado ya dieciseis años.
Su lugar de origen o su linaje
hace tiempo que quedaron olvidados.
En mi descanso y juego diario
de los últimos cinco años y ocho meses,
ella fue mi compañera constante,
más querida que el oro o el jade.
En ingenio, ella era más brillante que el sol o las estrellas.
En la naturaleza,ella era más pura que el hielo o la nieve.
Los buhos nefastos que odian las alturas
pueden hacer que el águila real quede atrapada en una red.
Ella se lamentaba interiormente
con una enfermedad que la consumía.
Como esta es la estación del otoño,
cuando el Dios Blanco es el dueño de la tierra,
me despierto de un sueño en el que ella aparece en una habitación vacía.
La luna se vela y el dulce espíritu que soñé se extingue.
El joven en su cama con cortinas carmesí parece cruelmente afligido.
Las doncellas bajo la tierra amarilla parecen curelmente desdichadas.
Bao Yu. Sueño en el pabellón rojo 37
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