Sirva esta publicación de pequeño homenaje y recuerdo de todos ellos, que ya no están en este mundo, o si lo están es de un modo muy leve.
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Existe una crítica de cine que apela a lo racional y lo científico, y en realidad no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro, existe una crítica histórica que trata de relacionar la película con el contexto, otra ideológica, que a todo le tiene que buscar un significado oculto, solo visible para las élites bien aleccionadas por el establishment marxista, existe otra crítica basada en la comparación estilística, que a veces se pierde por los vericuetos de las coincidencias y los “déjà vu” y existe finalmente una crítica de autor, que inauguraron Truffaut y Bazin, en la que se ensalza al director por encima de todas las cosas, dándole ínfulas de “auteur”. Frente a todas ellas yo reivindico la crítica sentimental, que hace especial hincapié en las personas y en como las interrelaciones que se producen entre estas influyen inevitablemente en el resultado de sus obras. Véanse Josef von Sternberg, Ozu, Wenders o Zang Yimou para darse cuenta de ello. Lo otro es coda.[1]
BG, in miserere mei
Convertido en esfinge de arenisca, barro,
me dejo llevar por la espuma amarga de las olas,
mientras tus dedos de hielo envenenan mis sienes,
me enredan hacia el fondo para servir de pasto
a las actinias, a las medusas y a las holoturias,
allá donde mi alma oscura sueña con acompañarte
siempre.
Mártires, de Gora Vorontsov. 9-11-08. Del libro. "Espuma de los días"